En clase, se nos propuso realizar un ejercicio diferente y a su vez curioso: relacionar los interruptores de luz (en el pasillo, en la cocina y en el salón) y los grifos (en la cocina, en la terraza y en el baño) con la boca, ojos y esfínteres.
Se trataba de pensar y diseñar como colocar estos últimos en la cocina, el baño y el salón inspirados en el mecanismo de los órganos corporales.
Parece un cuento chino, pero la verdad que salieron respuestas e ideas bastante creativas.
Utilizando un análisis funcional se modifico o invirtió los modelos y dimos varias soluciones (algunas imposibles de realizar en este modelo por su tecnología pero quien sabe si lo harán en un futuro). Por ejemplo: algunos grifos han dejado de usar el mecanismo habitual y se han convertido en objetos sofisticados que al detectar el paso de las manos dejan salir el agua, en otras palabras, han dejado de ser esfínteres para ser ojos. Por eso debemos saber que el problema de los esfínteres es que sale todo el agua que esté acumulada.
En el salón instalar unos interruptores que calculasen la cantidad de luz que hay en la sala y en función de esos se enciendan y se apaguen. Esta idea fue inspirada por el comportamiento de nuestra pupila que se dilata o se contrae según la cantidad de luz que recibe. Así que todos los que les mueve luchar por el medio ambiente, deberían tomar nota porque parece un gran sistema inspirado en una cosa muy sencilla.
Todo esto lo podemos conseguir aplicando el análisis funcional de las cosas, que permite sacar conclusiones a partir de la observación una vez seamos conocedores de las características y funciones que tienen las cosas.
Si es que el pensar, nunca dejará de sorprendernos…
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