LA TEORIA CHINA DE LAS 5 FASES



La imagen, basada en la teoría china de las cinco fases, es el resultado de cientos de años reflexionando sobre los ciclos de la vida, los diferentes tipos de energía que afectan al ser humano y a la naturaleza y la manera en que todas estas partes se relacionan e influyen entre ellas configurando un todo unitario. Por tanto, estas cinco fases nos hablan de ciclo, cambio, relación y unidad. Con ellas podemos analizar las causas y las consecuencias, lo que favorece el ciclo y lo que lo entorpece, hacia dónde van las fuerzas y de dónde vienen.
La figura no pretende aportar soluciones a nuestros problemas, es más bien un soporte para nuestras 

reflexiones y meditaciones. Ha sido adaptada para los procesos que tienen que ver con la creatividad, las ideas, la meditación y la innovación.
Tenemos dos ciclos básicos, denominados ciclo de creación y ciclo de control, respectivamente. En el ciclo de creación cada una de las fases alimenta o nutre a la siguiente. Así, la reflexión alimenta las ideas, las ideas alimentan las acciones, las acciones alimentan los resultados, los resultados alimentan la comunicación, la comunicación alimenta la reflexión.


La reflexión y la meditación son dos procesos que podemos activar deliberadamente. La primera apela a la parte izquierda del cerebro, al pensamiento lineal, lógico, racional, analítico, etcétera.

La segunda tiene que ver con la parte derecha del cerebro, con las imágenes, sueños, ciclo, asociaciones, instinto, síntesis, etcétera. De estas dos partes surgen las ideas “racionales” y las intuiciones. Y tras ellas viene su materialización por medio de la acción. La acción generará unos determinados resultados que deberemos analizar a nivel personal y también comunicar y compartir, pues esto nos permitirá conocer la opinión de los demás en forma de mejoras, criticas, sugerencias, etcétera, y reforzará y dará mayor impulso al ciclo.
Por lo que respecta al ciclo de control, cada una de las fases cumple un papel de control o inhibición sobre otra de las fases. Así, la reflexión controla la acción, la acción controla la comunicación, la comunicación controla las ideas, las ideas controlan los resultados, los resultados controlan la reflexión.
Cada una de las fases del ciclo puede verse afectada por exceso o por falta de energía, e influir de esta manera en una o varias de las otras fases. No debemos perder de vista que todas las fases están estrechamente relacionadas y que tarde o temprano si hay un desequilibrio en cualquiera de ellas, las consecuencias se irán trasladando a otras y con el paso del tiempo más fases se verán afectadas, hasta que todo el ciclo degenere.
Por ejemplo, el exceso de reflexión controla o inhibe la acción y no llegaremos a ningún resultado. Todos conocemos personas que están continuamente pensando cómo mejorar las cosas, pero no llevan nada a la práctica. O personas que tienen muchas ideas, empiezan muchas cosas, pero no terminan ninguna. En este caso un exceso de ideas inhibe el logro de resultados. También las opiniones influyen sobre lo que pensamos que es o no es posible hacer, sobre lo que creemos que somos capaces de hacer, etcétera., limitando de esta manera nuestras posibilidades de generar ideas.
Partiendo de estos conceptos básicos, la teoría de las cinco fases o de los cinco elementos tiene aplicación, entre otros, en los campos de la alimentación, la salud o la estrategia.

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